Después de la incursión gastronómica en la comida rápida, me gustaría poder hablaros sobre una serie de anime que pude ver hace más de dos años, la cual me gustó tanto que no he podido olvidarla. Como aún permanece inédita en nuestras cadenas televisivas y es bastante desconocida en nuestro país, me hacía ilusión comentaros mis impresiones sobre ella ya que aparte que su temática fue de mi agrado, la calidad técnica y el acabado final de esta serie la hacen a mi parecer merecedora de una breve reseña por mi parte.
Arjuna. La Chica de la Tierra es una historía plagada de sentimientos, de concienciación por nuestro medio ambiente, con un pequeño toque de mitología hindú. ¿Cómo es esto posible? Arjuna en la mitología indú era el bello y fornido hijo del dios Indra cuya mejor cualidad era disparar con su arco con una destreza magistral y cuyo amigo inseparable se trataba del dios Krishna. Esta leyenda mitológica tan cargada de exotismo debió inspirar a Shoji Kawamori creador de la serie, tanto que dotó a su personaje principal Juna, una joven estudiante, de unas cualidades muy similares al dios Arjuna.
Aunque en un principio pueda parecer una típica serie héroe contra malvado, héroe derrota a malvado y acaba el capítulo y en el episodio siguiente vuelta a empezar, estaremos totalmente equivocados. El argumento es bastante variado y la temática también, además trata temas muy interesantes sobre la conservación del medio ambiente, residuos nucleares, el Hambre en el Tercer Mundo, las grandes multinacionales alimentarias (como Mc Donalds) e incluso en algunos momentos puede parecernos un documental informativo, como si estuvieramos viendo el telediario de la noche de La 2. Uno de los capítulos que recuerdo especialmente con cariño, es uno en el cual nuestra protagonista entra en el cuerpo de su novio a modo de Erase una vez la Vida, para salvarle de una infección estomacal que le asolaba.
La serie la componen tan sólo 13 capítulos realizados en el 2001, que combinan animación convencional en 2D con 3D, e imagen real de una forma magistral cuya guinda final es su banda sonara compuesta por la sinpar Yoko Kano. El equipo de realización fueron los mismos que se encargaron de Escaflowne y Macros Plus y dotan a la serie de un dinamismo y de un clima expectante que harán que no dejes de ver la serie desde el visionado de su primer capítulo. Ese transfondo ecologísta, que me recuerda vagamente a las películas del maestro Miyazaki y esos personajes tan llenos de sentimientos, hace imposible que no difrutes de esta serie. Aquí os dejo con su ending.